fotografía de tito aillon |
Ubicación: parqueadero del centro comercial unicentro
Año: 2003
Autor: RAUL ALVAREZ
Nace en Cartago, departamento del Valle del Cauca,
Comienza una labor escultórica en Medellín bajo cierta influencia de la obra de José Horacio Betancour t, escultor de temática social e indigenista entonces en boga.
Se radica en Bogotá
los fundamentos técnicos y estéticos adquiridos de los maestros Jaime Gutiérrez Lega y Sergio Sierra.
a partir de 1985 pueden verse sus inconfundibles estructuras tridimensionales de hierro en varios espacios públicos, sobre todo en Bogotá. (inf tomada de colarte)
nota: la información restante como dimensiones, etc. la actualizaré tan pronto como el centro comercial tenga la gentileza de provermela.
como dato adicional las piezas en arcilla que conforman esta obra fueron realizadas en la ciudad de Cúcuta, en el chilcar de santa Teresa, el artista contó con la colaboración de estudiantes del instituto de cultura de norte de Santander y artistas de la región. este dato lo entrego porque en la época que el señor Galaor Carbonell realizó las obras en la ciudad de Cúcuta yo pertenecía al instituto de arte de norte de Santander.
Así se encuentra hoy las piezas protegidas (si protección es taparlas solamente) por la construcción de un tramo de transporte masivo de Bogotá - Transmilenio (12 de sep/2011)
Fotos tito aillon |
fotografías del estado actual de las piezas tomadas el 28 de noviembre
del 2011
Fotos tito Aillon 2011 |
Fotos tito Aillon 2011 |
Fotos tito Aillon 2011 |
Dimensiones: 2,80 x 2,80 x 140 cm
Material: Fibra de Vidrio con armazón en metal.
Año de instalación: 1983 la obra fue relizada para el edificio de inversiones la castellana
Restaurada: por Eduardo Penagos en mayo de 1998
Autor: escultor Octavio Martínez Charry
Nace en Bogotá el 15 de marzo de 1949, de madre huilense y padre santandereano.
Realizó estudios de filosofía y letras en la Universidad Javeriana, recibió el título de Maestro en Bellas Artes, con especialización en Escultura en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Fue docente de la Escuela Colombiana de Medicina (Dibujo y Escultura), director y Maestro de Escultura del Taller Arte Taller
foto tito aillon |
ubicado en avenida 7 con 97 en el año de 1987 esta es una de las obras que como muchas otras en esta ciudad a sufrido el vandalismo.
En 1987, la estatua de Américo Vespucio era la primera que se levantaba en su honor en la amplia extensión de un continente que tomó su nombre. Bogotá a la vanguardia. En la calle 97 con carrera 7ª se erigió el monumento, con jardines, caída de agua y una reproducción del cartógrafo italiano de dos metros con cincuenta centímetros, el astrolabio en una mano y la mirada hacia el horizonte del descubrimiento. Hoy, don Américo Vespucio luce medio desfigurado una vez más, la cabeza destrozada. La imponencia del monumento que instaló en 1987 el artista Octavio Martínez Charry, que había pensado todo el complejo con jardines y una caída de agua, ha sido reducida otra vez a punta de golpes y piedra, como si nadie quisiera honrar al explorador. Con declaraciones del historiador Germán Arciniegas, la presencia del alcalde de la época, Julio César Sánchez, Enrique Bayer, presidente de la compañía Barnes (donante de la escultura) y la banda de guerra del batallón Guardia Presidencial, Bogotá le rindió homenaje al que, Según los libros de historia, fue uno de los primeros hombres en darse cuenta de que Colón no llegó a las Indias Orientales sino a otro continente.En aquellos días se dijo, con la música de fanfarria de fondo, que el monumento serviría para que los bogotanos recordaran un poco de la historia de América. En nuestros días, la estatua ha servido para practicar puntería, como mural de agravios o para que un borracho enardecido la agarre contra “todos esos españoles que son unos hijos de puta: agente, suélteme que ya va siendo hora de un poco de justicia en este país”.“La falta de apropiación es lo que genera estos comportamientos vandálicos. Los ciudadanos no han entendido que los monumentos están ahí para flexibilizar la ciudad, para volverla más amable, menos rígida”. Lina Uribe, restauradora de bienes muebles del Instituto Distrital de Patrimonio, cuenta que, dos veces al año, el monumento a Américo Vespucio debe someterse a una limpieza de grafitis (cada una con un valor aproximado de $15 millones). “La estatua está hecha en una resina y es hueca, lo que la vuelve más vulnerable ante los ataques de los vándalos”, explica Uribe.Vespucio es, tal vez, el personaje más ultrajado en la ciudad. A lo largo de los 23 años que el monumento lleva resistiendo los embates del tiempo y el vandalismo, la escultura ha perdido la cabeza y las manos, como aquella figura de San Ignacio de Loyola a la que los estudiantes del colegio San Bartolomé le incrustaban cigarrillos. . Un buen día la escultura amaneció sin manos y hasta ahí le llegó el vicio del tabaco.
El año pasado, Américo Vespucio fue cortado de raíz. Los vecinos del sector le pagaron a un artista, que hasta hoy permanece anónimo, para que restaurara la imagen del cartógrafo. La estatua fue a dar a un taller desconocido. Volvió con el rostro restaurado (la mitad de la cabeza se encontraba dañada), además de una de las manos, y el astrolabio que desde siempre sostenido en la mano izquierda fue cambiado por el mapamundi que hoy tiene, que también ha tenido que ser restaurado. .
tomado de: El espectador.com artículo 2
Hasta el año pasado la encargada de su cuidado era la división de Locativas de la Secretaría de Obras Públicas, pero en este momento esa función recae sobre el Instituto de Cultura y Turismo (IDCT). Sin embargo, allí no tienen claridad sobre quién es el encargado de esta tarea. El comportamiento vandálico contra estas imágenes es explicado por el sociólogo Fernando Uricochea como producto de falta de identidad con estas esculturas. Tal vez si los monumentos fueran de Lucho Herrera o Asprilla no las destruirían, dice.
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